Un trayecto que debía ser una travesía tranquila entre Palma de Mallorca y Valencia se convirtió en una pesadilla para cientos de pasajeros a bordo del ferry Bridge de la compañía italiana GNV. El ferry, que partió con la esperanza de llegar a su destino en Valencia a las 18.45, sufrió una avería en altamar que dejó a los pasajeros en un limbo de incertidumbre durante 14 largas horas, más del doble del tiempo estimado.
La odisea comenzó con una navegación inusualmente lenta, que pronto se convirtió en una parada completa a unas 19 millas del destino. Sin explicaciones claras por parte de la compañía, el pasaje se encontró varado en medio del mar, en plena noche, sin saber qué estaba sucediendo. La falta de comunicación aumentó la frustración entre los viajeros, que demandaban respuestas y se inquietaban ante la indisposición de algunos pasajeros, lo que llevó a la intervención de los servicios médicos.
La situación empeoró cuando la compañía ofreció agua y comida gratuita, pero la mala organización causó aglomeraciones y confusión en medio de la desesperación. Además, aquellos que buscaban alternativas en la cafetería se encontraron con precios exorbitantes, lo que exacerbó aún más las tensiones.
Pronósticos erroneos
La indignación entre los pasajeros alcanzó su punto máximo cuando las comunicaciones por megafonía ofrecieron pronósticos erróneos sobre la hora de llegada, creando falsas expectativas y desorientación. Finalmente, el ferry atracó en el puerto de Valencia a las 2.00 de la madrugada, pero el tormento no había terminado para los pasajeros.
La prioridad dada al desembarco de los transportistas, que ya acumulaban un prolongado retraso, generó aún más malestar entre los pasajeros. Al llegar a la terminal de pasajeros en Valencia, se encontraron con obras en curso y falta de iluminación, obligando a algunas familias con niños a recorrer dos kilómetros en completa oscuridad.
La situación se agravó por la elección del ferry como alternativa a vuelos cancelados debido a un fuerte temporal en las Islas Baleares. Incluso antes de la avería, la gestión inesperada de nuevos pasajeros ya había retrasado la partida del barco en 35 minutos.
Como resultado, el ferry Bridge no pudo cumplir su itinerario previsto para el viaje de regreso desde Valencia a Palma de Mallorca. Lo que debería haber sido un trayecto relativamente simple se convirtió en una experiencia traumática para los pasajeros, dejando a muchos cuestionando la falta de preparación y comunicación por parte de la compañía.