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La primavera llega a Baleares: rincones imprescindibles para ver las islas florecer

Con la naturaleza en todo su esplendor, la primavera es una de las épocas más especiales del año, sobre todo para quienes disfrutan de ella desde el archipiélago balear. Y es que visitar las islas durante esta temporada permite llenar nuestros pulmones de aire puro mientras exploramos la gran diversidad de paisajes y actividades que ofrece cada una de ellas.

Un espectáculo ibicenco de almendros en flor

La primavera indica el renacer de la naturaleza, por lo que es el momento perfecto para pasear entre los almendros que florecen durante las semanas previas. Uno de los mejores lugares para admirar este espectáculo es Santa Agnés de Corona, ya que desde finales de enero sus campos comienzan a verse envueltos entre pequeñas flores blancas y rosas, que se combinan con los naranjos y limoneros.

Además, este pueblo conserva la arquitectura ibicenca más rural, pues sus viviendas están rodeadas de campos que evocan a la calma y el aire puro, lo que hace que todo aquel que lo visite quede absolutamente seducido por su paisaje y su patrimonio cultural. Uno de sus edificios más emblemáticos es la iglesia de Santa Agnés, que fue construida en el siglo XVIII a petición de los vecinos de la zona y cuya escasa altura llama la atención de todo aquel que la visita.

Un recorrido a través de las montañas de Mallorca

En Mallorca, la época primaveral es especialmente bonita. La temperatura es agradable, lo que hace que sea una temporada excelente para realizar actividades al aire libre, como callejear por PalmaAlcúdia o Pollença, degustar una estupenda paella junto al mar o probar los variats en alguna terraza de la ciudad.

Sin embargo, en plena Serra de Tramuntana se encuentra el municipio de Sóller, un lugar en el que el mar y la montaña se abrazan para dar refugio a un fértil y profundo valle de huertas y árboles frutales, entre los que destacan los naranjos y los olivos. Aunque, si hay algo por lo que Sóller mantiene su auténtico encanto del pasado se debe, en gran parte, a su famoso tren que une el pueblo con la ciudad de Palma en un recorrido a través de montañas y valles. Además, también cuenta con un viejo tranvía de madera que ofrece un trayecto de 27 kilómetros entre el puerto y los huertos de naranjos.

Despidiendo el sol en Formentera

El mejor momento del año para contemplar los espectaculares atardeceres que regala el archipiélago balear es la primavera y, en Formentera, la despedida del sol tras el horizonte es algo que va mucho más allá de un simple fenómeno natural. Presenciar este momento tan especial desde las rocas del faro de Cap de Barbaria, rodeado de acantilados y las aguas cristalinas del Mediterráneo es simplemente sensacional. Aunque, por otro lado, se encuentra la playa de Cala Saona, desde donde los últimos rayos de sol regalan un atardecer de película; siendo así uno de los mejores de todo el archipiélago.

El ecosistema más peculiar de Menorca

Durante la primavera, el verde intenso del invierno de Menorca da paso a una explosión de mil colores. Es una temporada perfecta para recorrer sus rincones costeros a través de excursiones por el Camí de Cavalls, descubrir su legado talayótico, proclamado recientemente Patrimonio Mundial de la UNESCO, e incluso para practicar birdwatching, ya que la isla es zona de descanso de multitud de aves migratorias que aprovechan su tranquilidad y la frescura de sus humedales.

En este sentido, el Parque Natural de s’Albufera d’Es Grau es una de las zonas más especiales donde recibir la primavera por todo lo alto. Cuenta con diversos hábitats naturales como zonas húmedas, estanques, sistemas de dunas, praderas de algas marinas e islotes costeros en los que conviven gran biodiversidad de especies como aves acuáticas o la famosa lagartija balear.